Resumen personal del EFPA Congress 2018

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El pasado 26 de octubre tuvo lugar el EFPA Congress 2018, al cual tuve el placer de asistir. Fue el sexto congreso que organizaba la asociación y llevaba por título Los nuevos horizontes del asesoramiento financiero. Aunque este encuentro bienal arrancó el 25 de octubre, con talleres enfocados en diversos temas que iban desde el impuesto de sucesiones y donaciones, pasando por team building, hasta el poder de la comunicación, entre otros, por motivos laborales sólo pude estar el día del congreso.

El pistoletazo de salida lo dieron Carlos Tusquets, Ana María Martínez-Pina y Josep Soler con las intervenciones inaugurales. Un emotivo vídeo recordando a Francisco Marín Cano, figura clave en el desarrollo de EFPA, daba paso a la primera ponencia del día compartida por Pedro Solbes, quien habló de las tensiones políticas de la globalización, y Aristóbulo de Juan. Este último habló de los buenos y malos banqueros, explicando las etapas por las que pasaba una mala gestión. Me quedo con lo que bautizó como la fase de cosmética, en el que la entidad pasa a interpretar la cuenta de resultados al revés: piensa qué dividendo quiere dar y va modificando las partidas anteriores hasta llegar al nivel de ingresos deseados. Esta da paso, irremediablemente, a la última etapa, la de fraude, en el que el banquero garantiza su futuro y el que acaba pagando, como siempre, es el contribuyente. El que fuera director del Banco de España en los años ochenta, llegaba a la conclusión de que lo que caracterizaba una mala gestión era la ocultación ligada a la permisividad (ausencia de voluntad política para cambiar las cosas) y la ignorancia del supervisor (que mantiene una actitud pasiva ante el deterioro manifiesto de la liquidez de las entidades a las que supervisa).

Antes del descanso, hubo una interesante mesa de debate hablando sobre los próximos retos del sector financiero. Massimo Doris, consejero delegado de Banco Mediolanum, arremetió contra el catastrofismo que se respira en el sector. Hizo un repaso de las predicciones equivocadas en torno a la destrucción de la figura del asesor financiero: el trading online, a principios del presente siglo, el auge de los ETFs tiempo después o la preferencia actual por los fondos indexados (generalmente a través de Robo-advisors). Massimo destacó el valor de la empatía de un asesor frente a las soluciones tecnológicas y lo ilustró con un ejemplo similar al que Peter Lynch cuenta en uno de sus libros: pese a gestionar un fondo de éxito, pocos clientes acabaron ganando dinero. La labor del asesor financiero para recordarle al cliente sus objetivos, inculcarle una visión de largo plazo y estar con él en los malos momentos evita que el cliente venda en las caídas y vuelva a incorporarse en el peor momento al mismo vehículo de inversión tras años de subidas.

El resto de los ponentes, más que hablar de los próximos retos en el sector, dieron su visión particular de la situación económica actual y las estrategias de cada una de sus casas. Fernando Fernández-Bravo, responsable de ventas institucionales de Invesco, dijo que, estadísticamente, los sectores cíclicos lo hacen mejor que los defensivos en escenarios de subidas de tipos. Por su parte, Álvaro Antón, de Aberdeen Standard Investments resaltó que la estrategia de su gestora pasaba por copiar a “los más listos”, refiriéndose a la forma de gestionar activos que tiene la Universidad de Yale con la búsqueda de rentabilidad vía inversiones alternativas como renovables, infraestructura social, alquiler de aviones a empresas o private equity. Esto añade descorrelación con los activos reales y genera flujos de caja. Por último, Javier Ruiz, de Flossbach von Storch, apuntó que no cree que llegará a haber una normalización monetaria del todo debido al entorno de bajo crecimiento y mucha deuda, lo cual implicará dejar los tipos de interés bajos.

Después del descanso y la visita de rigor a los stands en busca de los regalos de los patrocinadores (destaco la cabina telefónica inglesa antiestrés cortesía de Columbia Threadneedle Investments para ayudar a los asesores a relajarse con el tema del Brexit), llegó el momento del eterno debate entre gestión activa y pasiva. Aquí prefiero guardar un poco las distancias, ya que es normal que los ponentes, que representan a casas de gestión activa, resalten las ventajas de este tipo de gestión frente a la pasiva. Hubiese estado bien, y hecho muy interesante el debate, ver sobre el escenario a representantes del otro bando.La mayoría de los ponentes coincidieron en que en los índices de renta fija existe el problema de que pesan más las compañías (o países) que más deuda emiten y eso no constituye una buena política de diversificación. Esto también es extensible al caso de la renta variable, pero cambiando la emisión de deuda por capitalización bursátil. Patricia de Arriaga puso de ejemplo el peso de Grecia en el fondo indexado JPM EU Government Bond y la evolución del rating desde A+ hasta BBB, acompañado de una caída importante por culpa del país heleno. Nicolás Llinás, de Carmignac, concluyó que, en renta fija, seguir al índice de referencia conllevará sí o sí a retornos negativos en el entorno actual. En general, todos coincidían en que los productos de gestión activa y pasiva pueden coexistir y que sólo se limitaría el crecimiento de la gestión pasiva si hay un acercamiento de las comisiones entre ambos productos. Por mucho que les duela a algunos, los números no se discuten, se comprueban. Y las estadísticas de los informes SPIVA en Estados Unidos, o de Pablo Fernández en España, no dejan en muy buen lugar a gran parte de la industria de gestión activa.

No faltó tampoco la mención al mundo Fintech. Unai Asenjo, de Indexa Capital, hizo un repaso al (prometedor) ecosistema de empresas españolas que combinan finanzas y tecnología. Hay unas 300 en nuestro país, dedicándose un 20 % de ellas a la inversión. Keith Richards, en línea con las reflexiones de Massimo Doris, señaló que cuantos más conocimientos tiene la gente, más se da cuenta de la importancia de contratar a un asesor. Sin embargo, dijo que no a todo el mundo le gusta tratar con un ser humano y, además, enseñó una estadística en el que un 40 % de los encuestados sentían que controlaban mejor sus finanzas personales si era a través de soluciones 100 % digitales. Ignacio Cea, como representante de la banca tradicional, recalcó que el camino a seguir era una alianza entre la banca y las Fintech, estableciendo un ámbito de colaboración. Puso de ejemplo el programa de Bankia como incubadora de este tipo de empresas. Por su parte, Juan José Cotorruelo, de Caser Seguros, también destacó cómo las herramientas desarrolladas por estas compañías enriquecían al asesor y a las empresas tradicionales (en su caso, Caser tiene una alianza con Indexa y Finizens).

Las inversiones alternativas también tuvieron su hueco, se habló sobre el bitcoin, cuestionado por no cumplir dos de las tres premisas básicas para ser considerado moneda, sobre arte, cada vez más accesible a personas que no tengan un elevado nivel patrimonial y sobre capital riesgo. En el caso del arte, inversión totalmente desconocida para mí, Andrés Escardó, del servicio de Banca Premium del BBVA en Uruguay, señaló los numerosos riesgos de invertir en este tipo de activo: conocer la calidad y al artista (proliferación de muchos artistas emergentes), factores como la técnica o el tamaño, la poca transparencia del mercado, los costes asociados a la adquisición de una obra de gran valor (como es el caso de la custodia, ya que no todos los seguros cubren la pérdida de algo tan valioso), la problemática de valorar el coste real de una obra y la liquidez. Pese a todo, en 2017 la facturación en este mercado fue de 14.900 millones de dólares (un 20 % más que en 2016). Existe incluso un índice, el Artprice100, que identifica a los 100 artistas con mejor desempeño en una subasta durante los cinco años anteriores y que satisfacen un criterio clave de liquidez. El peso de cada artista es proporcional a su facturación anual de la subasta durante el período relevante.

Se habló, como no podía ser de otra manera, de la nueva normativa MiFID II y se hizo mucho hincapié en la delicada situación en la que quedaban las EAFIs, de las perspectivas para el mercado de renta fja (buscar duraciones cortas, oportunidades en bonos italianos de corta duración, ya que Italia es la mayor tenedora de su propia deuda y no le interesa que las cosas se vayan de madre, dinamismo a la hora de confeccionar la cartera, etc.) y la última ponencia estuvo enfocada en las alternativas para la jubilación. Raúl León, de Mapfre, no les ve mucho sentido a los planes de pensiones o planes de previsión asegurados para las rentas muy bajas, ya que no pagan nada en la renta y además son ilíquidos y puso en valor la búsqueda de soluciones alternativas como los SIALP, PIAS, Unit Linked o rentas vitalicias. José Antonio Herce puso el broche final y la nota de humor al evento, desmarcándose de la línea habitual del resto de ponentes.

Un día marcado por la lluvia en Sevilla, pero no sólo de agua, sino también de conocimientos. Evento magnífico, muy bien organizado y que pone en valor el buen quehacer de EFPA en general y EFPA España en particular. Son ya 18 años anticipándose a las nuevas exigencias impuestas por el regulador y certificando a los mejores asesores financieros. Como reza uno de los últimos slogans de la asociación: Preparados desde ayer. Espero volver en 2020, pero ya en calidad de European Financial Planner.

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